jueves, 23 de octubre de 2014

Causa perdida


Pasaron los días y el pasaje bíblico que narraba como una historia de crucifixión la  muerte de Sergio Urrego ha desaparecido. El silencio de los medios notifican una nueva víctima de la chiva, pues su nombre quedó en el olvido después de horas de ajetreo en las primeras planas del mes de agosto.

El país estaba consternado con la noticia del joven de 16 años, quién se lanzó desde la terraza de un centro comercial del occidente de Bogotá, acabando con su vida y abriendo un tema de debate que pone en la palestra pública nuevamente a la educación en Colombia, y en específico a la de la capital.  Lástima que periodistas no le hayan dado continuidad a la investigación.

Y es que este caso de suicidio fue escandaloso, no sólo por tratarse de una noticia amarillista (aunque no se puede negar que aprovecharon la situación) sino por su contexto de trasfondo. Urrego había sido víctima de matoneo homofóbico por parte de directivas y estudiantes del Gimnasio Castillo del Norte.  Un nuevo suceso que, aunque se trata de los pocos que ha logrado reproducirse en Colombia, se sumaba a la larga lista de los existentes sobre el bullying escolar en nuestro país.

Aunque el informe estadístico sobre este tema no tenga una frecuencia de estudio alta por parte de la Secretaría o Ministerio de Educación, la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (FUCS) presentó recientemente unas cifras, donde se llega a la conclusión que 1 de cada 5 niños en Colombia son blanco de este tipo de violencia escolar.

Los resultados del estudio no son alarmantes, y se suman a las declaraciones de la Alcaldía de Bogotá que aseguran que en temas de discriminación en colegios y escuelas, la cifra ha disminuido de un promedio del 15% al 11% desde el 2011 hasta la fecha. No obstante, este avance lento no deja de estar en el ojo del huracán, pues existen hechos como el de Sergio Urrego que revuelven cualquier sentimiento de duda.

Según expertos en psicología que trabajan en conjunto con la Fiscalía temas de matoneo escolar, los colegios con mayor acceso a actividades lúdicas, deportivas o artísticas, tienen la mayor probabilidad de reducir los porcentajes de violencia en las aulas, y que por tanto, este puede ser un método efectivo para que las instituciones gubernamentales, en el caso de Bogotá la Alcaldía Mayor, le apuesten a políticas públicas de este tipo para mitigar el problema y evitar hechos lamentables a posteriori.

Vale la pena ambiciar. Sin embargo, áreas como los casos de la educación y el deporte siguen teniendo su vacío institucional, por ende, el tema del matoneo siempre estará en la cuerda floja. Una constante que no desaparece. Colombia se acostumbró a la violencia.


Nuestro lema es el conflicto, y para llegar a ello apoyamos nuestra doble moral. El Gobierno no incentiva el deporte porque no da plata, los ciudadanos gritan con noticias como las de Urrego pero juzgan porque eres gay, critican la educación pero se forman viendo ‘narconovelas’ de la televisión privada…pedimos país pero no ayudamos a construirlo. Eso somos los colombianos, una causa perdida, que como el matoneo en Bogotá no deja de ser una utopía, un amargo episodio de nuestro statu quo.

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