En Colombia, esta ley se prescribe sobre la
idea del Estatuto de Oposición que hasta la fecha no ha tenido un destino
fortuito en el Congreso. Al parecer, los gobiernos le temen a que la piedra del
zapato se convierta en roca. Ayer, en tiempos de Uribe Vélez, era el Polo. Hoy,
el Centro Democrático. Definitivamente se les volteó la arepa a los uribistas,
y si les digo se les quemó, razón tenía Paloma Valencia en llegar a su estado
más esquizofrénico en el debate sobre paramilitarismo que se llevó ayer a cabo
en las salas del Legislativo.
Y es que por qué no traer a colación un
hecho tan acalorado como el agarrón entre uribistas y sus opositores, si es que
en conclusión el debate es lo que solidifica una democracia. Claro está, lo de
ayer no fue un debate, sino un circo. No obstante, se le dio rienda suelta a
algunos aspectos que no sobra mencionar y que puede darnos la razón por la que
Colombia es una nación que en asuntos democráticos se raja, arrojando
resultados como el de la última prueba Pisa.
Iván Cepeda ha representado durante años a
un ala política arraigada a los fundamentalismos de la izquierda y Álvaro
Uribe, aunque en sus primeros pasos pertenecía al Partido Liberal, desde su
época presidencial se consolidó como un acérrimo dirigente de la ultraderecha.
Pues bien, estos eran los protagonistas del TV
show que vivimos ayer desde nuestros televisores.
Para destacar: Jimmy Chamorro quería salir
corriendo, Paloma Valencia la pila no se le descargaba, Cepeda resumió su libro
Por las sendas del Ubérrimo, entre
otros charrasquillos. La pelea se condensaba en sus ansias de hablar, algunas
veces para hacer acusaciones y otras por defensa propia.
No obstante, no cabe duda que el papel
protagónico se lo llevó el uribismo. Aunque Cepeda quiso brillar, el Centro
Democrático logró jugarle mucho mejor a la legislación. Con su discurso de buen
obrar, le huyeron al debate. Su salida de emergencia fue hacer acusaciones que
para la lógica de la política es mediocre. Por ejemplo, Uribe tilda de “servidor del terrorismo” a Canal
Capital por la emisión del debate, cuando es la misma ley la que lo aprueba. Se
les olvidó que la televisión pública es una garantía para la oposición y el
control político ¡Ay los uribistas y su Alzheimer!
Pues bien, aunque la moda de la paz siga
rondando por las calles de nuestro país, viendo acciones de instituciones como
el Congreso es difícil aún pensar en el ideal de democracia. No hay debate, no
hay consenso, no hay nada. Y aunque la ley trate de reivindicarse con temas
como el de la oposición, sigue haciendo falta un estatuto que consolide su
papel, ya sea para redefinir su ubicación dentro del espectro de lo ideológico
o caracterizar su accionar político dentro del Gobierno y sus instituciones.
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